Una mirada hacia la expresión de una intensidad extraordinaria
Francesca Woodman
Por: Daniela Altamirano
Familia de artistas
“Fue la primera artista, verdadera, que conocí”, admitía el fotógrafo en una charla organizada por el Museo de Arte Contemporáneo de Denver. Francesca Woodman nació un 3 de abril de 1958, dentro de una familia de artistas, su madre escultora y su padre pintor la adoctrinaron desde pequeña, religiosamente, hacia el mundo del arte; transmitiéndole una visión muy estética de la vida.
A la edad de 13 años, conoce por primera vez al amor de su vida, su primera cámara, un modelo de marca Rollei japonesa de imitación. Y así, cambio para siempre su vida , para finales de ese mismo año, la fotografía se había convertido en algo indispensable. Poco a poco, inicia la travesía de transmitir su particular visión hacia el mundo, de la mano con lo que siempre le enseñaron dentro de su familia: observar cada detalle para lograr resaltar lo que no todos pueden percibir a simple vista. desarrollando esa convicción, para llegar a realizar un resultado inimaginable y memorable en el tiempo.
Esencialmente, un estilo único
Su fotografía se definía por capturas de carácter intimista en blanco y negro, con una única modelo usualmente, desnuda. Solía realizar autorretratos, pero en diversas fotografías varías de sus amistades llegaron a ser retratadas. El cuerpo que captaba la cámara, normalmente estaba en movimiento, y utilizaba diversas técnicas para lograr fusionarlo con diversos objetos, provocando así, un resultado realmente impactante y distinto de otros trabajos.
Además, manifestaba el interés de proyectar cómo las personas se relacionan con el espacio y el mundo tridimensional, comparando constantemente la fragilidad de su propio cuerpo con el entorno físico de locaciones antiguas interiores que la rodeaban, junto a espejos y telas, que generan en el espectador una visión distinta de la realidad, sin lograr distinguir cuál es realmente el espacio, para llegar a ocasionar la sensación de que los objetos sobresalen del plano usual de la fotografía con un alto relieve surrealista delicadamente provocado.
La característica siniestra junto a historias llenas de melancolía y tristeza, se encontraban en su trabajo, con ella como único centro de todo en este concepto. Su estilo, también tuvo una influencia barroca al representar la realidad mediante un acentuado naturalismo, recurriendo para ello incluso a lo feo o viejo, utilizando esencialmente escenarios con edificaciones antiguas y decadentes, con paredes despintadas y suelos escabrosos.
A pesar de ello, supo manejar cada aspecto de la composición en su fotografía, con un estilo propio creando una atmósfera distinta que revela una intensidad íntima proyectada frente al espectador, definitivamente una verdadera artista que cambió la forma de ver la fotografía.
Jamás olvidada
Francesca Woodman supo ser la actriz de un drama que ella misma dirigía y mostraba con ambivalencia a través de una serie de imágenes en las que jugaba con aparecer y desaparecer, estableciendo el performance que la definía. Desarrollaba así, una verdadera revelación personal de lo que sentía, desnudando a fondo cada parte de su alma. La melancolía, se retrataba siempre, y formaba parte importante de cada fotografía. Lamentablemente, el 19 de enero de 1981, llegó a terminar su vida, al lanzarse al vacío desde el tejado de un edificio del East Side neoyorquino, víctima de una depresión, a la edad de 23 años. Cerrando así una trayectoria breve pero de una intensidad extraordinaria, su obra no estaba destinada a producir espectáculo sino intimidad, al expresar el desasosiego, el miedo y la angustia. Un trabajo de una artista que será recordada por tener un estilo único con más de 800 fotografías dejadas hacia el mundo, las cuales tendrán siempre una prevalencia trascendental.
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